Alguien se acercó, en su mano había un sobre con 172€. En ese sobre había muchas mas cosas, no era complicado verlas, solo hacía falta mirar el rostro de quien lo entregaba para darse cuenta de que el sobre estaba también lleno de confianza, de complicidad, de un montón de cariño y muchos deseos. Extendió su mano, con una frase y una mirada no dejó lugar a discusión: Esto es para oiga.me.
Tarde o temprano tocaba hacer frente a esta situación; aceptamos un objetivo que requiere medios distintos a los que practicamos, en ese caminar nunca habíamos aceptado donaciones por sentir la necesidad de surtirnos solo de lo abandonado, de lo reciclado y de mucho trabajo. Sin embargo el objetivo que pretendemos alcanzar no es viable solo con nuestras fuerzas, si no sumamos otras no se podrá alcanzar, y vamos a necesitar mucha ayuda.
Es la primera persona que nos hace una donación para poner en marcha el proyecto; aparecerá entre los agradecimientos a toda esa otra gente sin la que este proyecto no podría ser posible, y tendrá siempre un lugar muy especial en nuestra memoria.